Los Tesoros de Sabaneque

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El Tesoro de La Cadena en las Lomas del Mamey

 

     En este relato ocurrió una curiosa  coincidencia entre la leyenda y  la realidad cuando el 31 de enero de 1982 decidimos visitar “el sitio encantado”,pero veamos primero la leyenda.

     Por allá por los años cuarentas el cuñado del  Viejo  labrador M. Linares dormía tranquila y profundamente en su  fresco bohío  campestre cuando de pronto lo  despertó  una  voz que insistía en que despestara completamente y lo escuchara con atención.Muy asustado el pobre hombre y con las sábanas hasta el cuello, recostó su  espalda  a la cabecera de la cama desde donde pudo ver con horror la silueta de quién le hablaba .Nadie podía haber penetrado  a su  hogar  a esas altas horas de la noche ya que él,cada tarde,antes de acostarse, se encargaba de proteger  muy bien las puertas y ventanas con gruesas trancas de  duro roble. Aquello, indiscutiblemente, se trataba de un  espíritu en pena que intentaba hacer un pacto con él.

   Oye bien lo que te digo Luis-decía aquella voz de ultratumba-en el cañaón que está al borde de la cerca por donde siempre pasas,hay una  lasca  de piedra con una cadena debajo y allí está mi di nero que ahora será tuyo si vas solo  y  lo sacas,pero mi condición es que debes ir tú solo-Acto seguido el nebuloso y algo fosforescente espectro se  esfumó  ante los desorbitados ojos del infeliz cristiano.Esa noche  no  pudo dormir más, atormentado por lo que  le había acabado de suceder, y en la mañana corrió rapidamente  a contárselo a Linares el cual sin inmutarse mucho le calmó:

     Vamos a sacarlo y de esa forma te dejará tranquilo,si no cumples su petición  es muy  posible que te siga molestando todas las noches.

     Pero él me dijo que debía ir yo solo.

    ¿Y te atreves a ir tú solo?

     No,claro que no, por eso vine a verte.

     Pues manos a la obra-le dijo el cuñado poniéndose su machete en la cintura y acotejándose un gran tabaco entre los labios.Tomaron un pico y una pala cada uno y en sus caballos partieron hacia “el cañaón” una especie de garganta rocosa en una de las primeras elevaciones del Mamey.El  señor Linares cabalgaba muy tranquilo y seguro de sí,pero su cuñado era todo un manojo de nervios lo cual apenas le permitía decir unas pocas palabras.

      Al llegar a tierra prometida,comenzaron la búsqueda levantando cuanta laja de piedra encontraban y fue Linares quien hizo por fin el esperado hallazgo;allí, enrroscada  sobre la tierra, apareció una gruesa y bien conservada cadena como la que usan en las anclas de los buques haciéndole brillar los ojos a su descubridor quien ya acariciaba  el  placer de una gran fortuna,pero no  así sucedió con el pobre Luis que completamente petrificado comenzó a hincharse de forma alarmante.Toda su piel se puso roja y tanto la cara como los brazos y piernas parecían reventar.Sus ojos se pusieron muy pequeños ante la monstruosa inflamación del rostro y no pudiendo contenerse montó en su caballo como alma que lleva el diablo saliendo a todo galope del siniestro sitio de la cadena.Su cuñado Linares también tambaleó y todo su frío materialismo se derrumbó al ver tan sobrenatural escena.Soltando la roca que aún sostenía en sus manos perdió todo  control  de sí  y  salió  disparado hacia su caballo el cual ahorcajó de un solo salto desapareciendo del escenario en pocos segundos.

     “Don Modesto Linares  es  el abuelo  de mi amigo Machi,y valiente hombre de campo como siempre ha sido,nos contó esta historia proponiéndonos  ir  al olvidado sitio con nuestro nuevo detector de metales,pues a pesar de su avanzada edad,el Viejo  aún recordaba  el  área  del suceso y tomándo la palabra el día 31 de enero de 1982 partimos hacia las  Lomas  del  Mamey  en  busca  de la nueva aventura del Tesoro de la Cadena pero no llevamos a Don Modesto pues su descripción del punto era muy detallada y pensamos que no sería necesaria su presencia.La  evidente  cañada  fue muy fácil de localizar,pero nos llevó toda una mañada destapar cuanta  piedra  veíamos. De  pronto  y  sin  motivo aparente,noté como mi cara,mi cuerpo y estremidades comenzaron a enrojecer  y  en muy poco tiempo a inflamarse de forma muy incómoda.Mis amigos estaban más asustados que yo  y  querían abandonar la búsqueda para llevarme al hospital de Sagua,pero yo decidí que iría solo  para  que ellos pudieran continuar los rastreos.Mi piel parecía muy delicada y apenas podía rascarme sin dañarla.A duras penas llegué a la carretera y luego a mi barrio donde el Doctor Mena me recetó Escabicín y Clorfetamina coincidiendo conmigo en que podía tratarse de la “ortiguilla”  o  el  “guao”, dos plantas urticantes que después de todo,conozco muy bien,y nunca ví por aquella zona, pero  mi  materialismo  tampoco me permite creer que se haya tratado de un castigo sobrenatural como cuenta la leyenda.

      Por la noche llegaron a Sagua mis amigos y fueron directamente a mi casa donde yo aún sufría la incredible intoxicación.Me contaron que en el sitio donde me hinché  el  detector  les sonaba constantemente y mientras más escavaban más sonaba,pero ante un hoyo enorme decidieron dar por concluída la jornada.

     El Martes 2 de febrero, algo recuperado,decidimos volver al ataque,pero esta vez nos llevamos a Don Modesto para tartar de localizar mejor al “sitio encantado” y en el carretón de su hijo Onorio viajé con él a través de los lindos paisajes del Mamey,Machy y Albertico Santana iban en bicicletas.  Nos fue extremadamente fascinante comprobar que el viejo  fue  directo  al sitio donde ellos habían realizado el enorme boquete.

      No me cabe duda-nos decía-es aquí mismo donde vimos la cadena.

      Hay cosas que no tienen explicación y esta es una de ellas. Soy muy reacio a aceptar tesis que no hayan podido sobrepasar la prueba científica y como naturalista que soy no acepto nada sin el experimento pertinente,pero también es mi deber narrar todo tal y como sucede y esta fue la interesante historia que vivimos junto al protagonista,nuestro inolvidable Don Modesto Linares hombre de campo lleno de ese rico folklor que ha caracterizado a los últimos dos siglos de nuestra historia local.

       Si visita “el cañaón” allí verá nuestro pozo en cuyo fondo un enorme bloque negro (que me parece ser ónice) fue,quizás,el causante de que nuestro detector sonara todo el tiempo.Y en cuanto a la intoxicación, explore bien antes de transitar por el área para que esté bien seguro de  posibles  plantas irritante. Pero si “se hincha” y no vé plantas urticantes por ningún lado,la explicación se la dejo a usted porque,hasta el momento,yo no he encontrado la respuesta. La famosa  “sugestión” marcha de la mano  con  los  ignorantes, pues para nosotros, acostumbrados a las penumbras  de las cuevas  y los campos nocturnos,el miedo espiritual no existe,de lo contrario no podríamos ser exploradores que sí sentimos el natural “miedo material” como modo de protección y defensa ante la naturaleza.

       Aunque existe en nuestra colección varios cuentos de “muertos entregando su dinero”,un mito muy repetido en todos los campos de Cuba,decidí escoger este relato  como ”tipo”, en  honor a nuestro querido Don Modesto,  y  a  la vez  para  “suavizar”  un poco el horror de otros casos donde casi siempre uno de los buscadores cae furminado por la muerte como castigo  a  la  desobediencia con el difunto.Todos  los  demás  relatos  son  muy  parecidos  y aunque nos da tristeza que se pierdan en el olvido,sería interminable la lista de nombres y lugares donde acontecieron.

       Esperamos que alguna noche de estas nos visite Don Henry Morgan (o quizás Pepe Cuca) y nos entregue por fin la lista de sus tantos tesoros ocultos en el territotio de Sabaneque.

 

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Extracto del libro:
"Los Tesoros de Sabaneque"

de Pedro Suárez Tintín

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Copyright - Tintín Collection 1998